Mónica Rikic es una programadora y artista interactiva española. Estudió en Bellas Artes, donde cursó la especialidad de video y la fotografía. Su primer contacto con la programación se dio gracias a unos cursos de animación en Flash, donde se utilizaba ActionScript. Más tarde, en el máster de Artes Digitales de la Universitat Pompeu Fabra, descubrió como la programación podía ser una herramienta creativa, potente y útil. Ahora acaba de regresar de Colombia, donde hizo una residencia artística en Platohedro (Medellín) en la que continuó con el desarrollo de un proyecto educativo que trata de enseñar a las personas a programar sin ordenadores, demostrando que la comprensión de los principios básicos de la programación y la tecnología puede ser accesible para todos. Y le interesa especialmente las interacciones entre código y mujer.
1.¿Cómo decidiste enfocar tu carrera artística hacia las nuevas tecnologías?
Fue un proceso natural. Descubrí el código y vi que era un lenguaje creativo tan válido como la pintura o la escultura. Al entender esto, y darme cuenta de que me gustaba tanto que podía pasarme horas programando, entonces vi que era el lenguaje artístico que más se adaptaba a mis necesidades expresivas. Confieso que desde siempre me gustaron los ordenadores. Mi madre compró uno cuando era muy pequeña y recuerdo que pasaba mucho tiempo jugando en él, por eso creo que mi acercamiento desde siempre fue muy natural.
2.¿Crees que todo el mundo puede aprender programación? A veces se piensa que el código es un lenguaje difícil de entender, ¿qué opinas sobre esto?
A nivel educativo mi tarea principal es mostrar que el código es fácil, o no tan difícil. Ahora mismo estoy en un proyecto de investigación que consiste en enseñar como funciona código sin ordenadores para que la gente entienda cómo suceden los procesos dentro de la tecnología. Creo que todo el mundo que tenga la intención de aprender puede hacerlo, indiferentemente de su edad, género o procedencia; pero lo que si deben tener es mucha dedicación y tiempo de práctica si quieren llegar a ser expertos, eso sin duda.
No olvidemos que el primer pseudocódigo informático fue escrito por una mujer y durante mucho tiempo las que se encargaban de las máquinas y de las telecomunicaciones fueron las mujeres porque los hombres estaban en la guerra o porque eran trabajos que se consideraban ‘de secretarias’.
Aún así creo que por lo general nos fijamos demasiado en cuestiones de género sin preguntarnos por otras cosas. Yo, personalmente, creo que estamos frente a problema de acceso más que de género. Muchas veces cuando hablamos de mujeres tecnología solo hablamos de un sector concreto de mujeres y no de todo el mundo.
3. ¿Qué opinas de los estereotipos relacionados a personajes de ciencia y tecnología que aparecen en el cine, la publicidad o la televisión?
Existen clichés en distintas profesiones: matemáticos, científicos y hasta futbolistas. Cuando uno piensa en un futbolista siempre imagina que es un hombre. Sin embargo, si nos vamos a Estados Unidos y preguntamos qué es un jugador de soccer nos dirán que es una mujer porque ahí el soccer lo juegan las mujeres. Por eso, yo creo que esto es un tema cultural.
Obviamente sí es verdad que el programador está más relacionado con un hombre pero en los últimos proyectos que he participado la mayoría de las programadoras han sido chicas, sin tener que buscarlo específicamente. Sí, hay que romper un montón de clichés en general pero creo que estamos avanzando poco a poco.
4. ¿Nos compartes alguna anécdota relacionada al rol de las mujeres en la ciencia y tecnología?
Yo siempre intento evitar todos estos temas sobre ser mujer en tecnología porque pienso que si lo queremos normalizar hay que hablar lo menos posible sobre la diferencia.
Quizás lo más cercano que me ha pasado es que, trabajando en un proyecto, tomen a mi compañero el diseñador por el programador y den por hecho que yo soy la diseñadora.
A veces también me han preguntado cosas como: ¿lo has hecho tú sola?
5. ¿Cómo crees que podríamos ser que el tema de la tecnología sea visto como “cool”?
Yo creo que la tecnología es bastante “cool” (risas). Eso es lo que intento transmitir cuando doy clases. Si la gente piensa que la programación es una cosa reservada solo para unos cuantos, así como pasa con el arte, nunca sentirán interés. A veces uno cree que debe ser superdotado o saber sobre matemáticas para entender el código pero eso no es verdad. La programación es lógica y creo que está más relacionado con la filosofía que con las matemáticas.
Se trata de lógica, de hecho siento que se desarrolla de manera muy similar a la forma en que pensamos las mujeres porque consiste en relacionar cosas e imaginar.
Para las cosas sean “cool” es importante que la gente crea que puede hacerlo. En mis talleres enseño programación sin ordenadores para que la gente entienda el proceso, se interese y quiera dedicarse a ello. Si te agobias desde un principio y ves que es algo muy complejo, o si ves que aprender te va significar una gran inversión, entonces empiezas con muchas limitaciones. Es como el arte, la gente entra a un museo y cree que es tonta porque no lo entiende, ¿por qué no pensar que tal vez es la institución no está explicando de manera correcta la muestra? Yo utilizo técnicas de educación de nuevas tecnologías a través del juego. Así la gente lo ve más entretenido y le da ganas de acercarse a la programación, entienden conceptos y les interesa. Para mí esa es la respuesta.
6. ¿Nos explicas más de tu proyecto sobre enseñar programación sin ordenadores?
Se trata de un proyecto en el que estoy investigando desde hace un año aproximadamente y he extendido durante este mes de marzo en una residencia artística en Medellín, Colombia. El punto de partida es el siguiente: si los lenguajes de programación son un tipo de lenguaje, como el inglés o castellano, entonces residen en ellos también relaciones de poder y determinadas gramáticas culturales. Si utilizamos un lenguaje de programación para relacionarnos con las máquinas, al final nosotros transmitimos estas relaciones de poder. De esta forma, las gramáticas culturales se replican en los lenguajes de programación. Esto significa, por ejemplo, que si la gente que programa en su mayoría son “hombres, blancos y occidentales”, al final esas características se verán reflejadas. Un ejemplo de ello podría ser el dominio geográfico del desarrollo de código, con el uso del inglés como idioma vehicular en la mayoría de ellos.
Yo explico a la gente todo esto, cuáles son los lenguajes de programación que más se utilizan y por qué se utilizan. Entonces, para que sepan cómo funciona una máquina los divido en grupos: unos cumplen el rol de programadores (escriben con papel y boli sus propios mensajes de programación) y otros son los compiladores (personas que interpretan, con su cuerpo, los comandos escritos por los programadores). En un taller que hice, por ejemplo, había un lenguaje que servía para saber si los integrantes eran hombres o mujeres, entonces fue interesante ver cómo aparecían estereotipos culturales como “si tienes el pelo largo eres chica” o “si tienes el pelo corto eres chico”, etc.
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